En una calle dibujada hoy me senté a mojarme de sol.
Con una tranquilidad exaltada observo un pequeño incepto
moverse, descendiendo sobre él, otro, y otro,
continuándose así de tantos otros como hilera en ejército,
sobre el final, cercano en un hueco, a un costado del cordón,
una urbe de puntos rojos mueven el suelo.
Abstraído de todo contexto me acerco para observarlas
mientras largo el ultimo sorbo de humo bronquial perdido,
dejo entonces caer la colilla sobre el punto más oscuro
del batallón, me sumerjo en una metamorfosis entre
ambos mundos, se subleba el desastre y
la transformación es instantánea.
Un meteorito caliente cayendo sobre una multitud
de trabajadoras, es ahora un hueco rojo ardiendo en la tierra
lo que las ahuyentan horrorizadas, mientras mi cuerpo
reposa sobre el cordón ocioso, algo se desata allí abajo de
forma violenta, un observador tiránico que se divierte
experimentando con su cigarro, un perfecto ser que no
sabe que hacer con su poder más ver retorcer…
¿Aprender? ¿A que?
Aprendo a escapar, a mirar de reojos aquella tragedia.
Estos seres de apariencias minúsculas,
volverán a sus nidos esta noche,
hablaran de las colillas asesinas y absurdas injusticias.
Ellas conocen su potencial de unidad y perseverancia,
pero una vez más el levantamiento falla,
el sueño tan profundo que sienten les hace olvidar.
Así que amanece el día y los cadáveres son llevados
al nido esperando una vez más que alguien los reconozca.
Chaqueñitos y Santiagueñitos
(Personaje circundante del MOCASE -
Santiago del Estero)